
Por Centro Sofía
Con una nutrida participación virtual desde diversas realidades eclesiales de Estados Unidos de América, América latina y el Caribe, inició la primera jornada de las Jornadas de Teología 2025, marcando el tono espiritual, académico y pastoral del evento. La sesión estuvo a cargo de Norma Olaeta, Stj, teóloga mexicana y directora del Centro Teresiano de Formación Humana y Espiritual, quien ofreció una reflexión profunda y sensible sobre los fundamentos del acompañamiento espiritual y teológico.
Partiendo del relato de los discípulos de Emaús (Lc 24,13-36), Olaeta desarrolló una sabiduría del acompañamientoestructurada en siete momentos: preparar, iniciar, dialogar, confrontar, discernir, celebrar y finalizar, que describen tanto un proceso espiritual como una pedagogía encarnada. Esta propuesta se ancló en cinco rasgos esenciales del modo de acompañar de Jesús: centrado en la persona, respetuoso de la libertad, profundamente contextual, basado en la praxis y sostenido en el diálogo y las preguntas.
La ponente subrayó que acompañar es, ante todo, una actitud vital, que requiere de experiencia, autenticidad, humildad y capacidad de dejarse afectar. El acompañamiento no es un método frío ni una técnica aplicable universalmente, sino un arte relacional que se aprende caminando con otros y dejándose transformar por sus historias.
Norma articuló también una visión del acompañamiento desde la espiritualidad sinodal, iluminando cinco actitudes fundamentales: la escucha, el diálogo, el discernimiento, el cuidado y la resistencia paciente. Caminar juntos, sostuvo, implica asumir nuestra vulnerabilidad, abrirnos al don del otro y sostenernos mutuamente en el tiempo. Acompañar, en este sentido, es una praxis teológica de comunión y esperanza en medio de las fracturas del presente.
En una segunda parte, la ponencia abordó los horizontes y desafíos contemporáneos para una teología del acompañamiento, proponiendo una perspectiva contextual, sinodal e inculturada. Entre los temas emergentes, destacó la necesidad de acompañar a personas y comunidades afectadas por la violencia, las migraciones, la desinformación, y fenómenos como la inteligencia artificial o la cultura digital. Frente a estos retos, Olaeta compartió experiencias personales como el uso de danzas circulares sagradas para fomentar conexión espiritual y crear comunidad.
La sesión concluyó con un espacio de diálogo donde se profundizó en las mediaciones digitales del acompañar, destacando la escucha empática, la autenticidad en entornos virtuales y la urgencia de una formación sólida en pastoral digital. Norma invitó a los presentes a reaprender a habitar el mundo desde la lentitud, la hospitalidad y la conciencia despierta, como caminos hacia una teología más humana, justa y compasiva.
Con esta primera jornada, quedó claro que el acompañamiento no es un añadido al quehacer teológico, sino su modo esencial en este tiempo sinodal: una teología que ve, se deja conmover y actúa desde los márgenes, con ternura y sabiduría.