
Por: Alba J Brugueras Fabre, PhD, catedrática auxiliar, Escuela de Negocios
Pasada Presidenta, Asociación de Economistas de Puerto Rico
El contexto económico de Puerto Rico continúa marcado por la incertidumbre fiscal, la reconfiguración política y comercial, y los crecientes retos sociales y medioambientales, en un mundo interconectado y frágil. Ante este escenario, la enseñanza y el estudio de la economía trascienden lo técnico para asumirse con conciencia y compromiso. La economía, disciplina que permea cada aspecto de nuestra vida, requiere hoy más que nunca una mirada humana, crítica y comprometida con la equidad. Aunque su lenguaje está lleno de datos, gráficas y modelos, su fuerza radica en la capacidad de conectar con las realidades de las personas, las empresas, la política pública y nuestras comunidades.
Durante el año 2024-2025, tuve nuevamente el honor de presidir la Asociación de Economistas de Puerto Rico (AEPR). Este periodo reafirmó mi compromiso con la profesión, y con el desarrollo sostenible y justo del país. Entre los proyectos se encuentran la colaboración técnica en el diseño de políticas para cooperativas, iniciativas de inclusión financiera y la inauguración de una competencia estudiantil orientada a inspirar nuevas generaciones comprometidas con Puerto Rico. Además, la AEPR mantiene una voz crítica en temas de energía, deuda pública y desarrollo sostenible, recordando que la economía no es neutral, y siempre tiene implicaciones sobre quiénes se benefician y quiénes cargan con los costos de las decisiones.
Esa convicción guía mi labor docente. Reafirmo que la economía debe estar al alcance de todas y todos, y mi pasión por hacerla accesible se ha convertido en mi filosofía de enseñanza como facilitadora y entusiasta, colocando siempre a mis estudiantes en el centro del aprendizaje.
Los cursos de economía en la Escuela de Negocios cumplen la función esencial de ofrecer una base para comprender los mercados, la sociedad y el rol de la empresa en el desarrollo del país. Desde la economía se ofrece una mirada crítica sobre la función de las empresas, entendiendo su poder de influenciar y su responsabilidad.
He tenido el privilegio de enseñar economía en Sagrado desde hace más de una década. Ese espacio, que trasciende el salón, funciona como un laboratorio vivo donde el análisis económico se entrelaza con los retos inmediatos del país. Ahí, entre ideas, debates y proyectos, buscamos construir el país que queremos y, sobre todo, el país que nos urge. Cada clase es un ejercicio de ciudadanía y una invitación para pensar críticamente, con empatía y proponer soluciones.
Hoy, en el lanzamiento de la Escuela de Negocios del Sagrado, renovamos esa visión colectiva. Más que un punto de llegada, la escuela nace como un espacio que nos une, crea comunidad e invita a continuar el análisis crítico y la generación de ideas desde distintas disciplinas. Esto representa la oportunidad para exaltar nuestra visión “el salón de clases es el mundo.” Desde aquí aspiramos a formar líderes sensibles, críticos y colaborativos, capaces de construir una economía que ponga el bienestar de la población al centro y la empresa como un instrumento de transformación social, a nivel local y global.
Al mirar al futuro, reitero que el salón debe ser un espacio abierto al diálogo, la diversidad y la construcción colectiva. Creo en una economía para su gente, en una docencia que inspire acción y en una comunidad académica que no está lista para rendirse, que apuesta al acceso al conocimiento, al pensamiento crítico y al desarrollo de líderes capaces de crear valor al servicio de un país más sostenible y justo. Este es mi compromiso con la Escuela de Negocios, y por supuesto, con Puerto Rico.
Gracias a la Escuela de Negocios por el continuo apoyo desde mis inicios en Sagrado.