“Era evidente que estaba ante un maestro de una gran sensibilidad humana que tenía un impacto profundo en sus estudiantes, como dio testimonio Ed Zeno esta noche”. Gilberto J. Marxuach Torrós, presidente de la Universidad del Sagrado Corazón, durante su mensjae durante la ceremonia de Profesor Emérito celebrada el 8 de mayo de 2025.

A continuación, compartimos el emotivo mensaje del exalumno Ed Zeno durante la otorgación del grado honorífico de Profesor Emérito al catedrático Rafael Llompart Todd.
Agradezco al presidente Marxuach y a todo el equipo responsable por darme el privilegio de regresar a mi alma mater, regresar para dar gloria a quien me dio sabiduría.
Hoy quiero compartirles cinco experiencias puntuales, de muchas más que viví, donde nuestro homenajeado rompió el esquema de profesor y marcó positivamente mi vida como estudiante, abriéndome camino a nuevas oportunidades. En todas las instancias en que interactuaba en esa relación profesor/estudiante siempre sentí que el profesor Rafael Llompart Todd estaba guiado por el amor.
Como una serie de Netflix, narraré cinco anécdotas marcadas por actos de amor del profesor Llompart. Para darles contexto, me gradué de Sagrado en el año 2012 con un bachillerato en Gerencia y Comercio Internacional. Soy del pueblo de Utuado y provengo de una familia con recursos económicos limitados. Me crió mi madre, pues quedé huérfano de padre desde mis 11 años. Doy este trasfondo para que podamos poner en contexto de cuán significativas fueron las bondades del profesor Llompart para conmigo.
El primer acto, el “wakeup call”. La primera gran oportunidad que me dio el profesor Llompart fue despertar en mí una pasión por el desarrollo, la planificación y la economía desde la escuela superior, gracias a la Alianza para la Educación de Finanzas Personales y Economía —fundada y dirigida por él. En el 2006, participé junto a un grupo de mi escuela superior en la competencia de la Alianza y, para sorpresa nuestra, ganamos a pesar de las limitaciones de acceso a libros, periódicos o computadoras. El proyecto que presentamos fue un estudio de los problemas económicos de nuestro pueblo y propusimos un plan de desarrollo. El premio fue un viaje a España auspiciado por el Banco Santander donde compartimos con personas del mundo de la banca y la economía. Esa experiencia, gracias al profesor Llompart, cambió mi visión del mundo y despertó en mí una pasión por la economía y el desarrollo económico.
Este segundo capítulo se titula «¡La BECA!». Un año más tarde, decidimos participar nuevamente en el programa de la Alianza y volvimos a ganar, lo que me llevó nuevamente a España. En ese momento ya cursaba mi último año de escuela superior y debatía con mi mamá cómo íbamos a pagar mis estudios subgraduados. Estando en una cena en Madrid, Llompart me hace entrega de una carta donde decía que Sagrado me otorgaba una beca presidencial que cubría todo el costo de mi matrícula y gastos relacionados. ¿Cómo el supo o imaginó la preocupación que mi mamá y yo teníamos desde hacía meses? No lo sé. Desde luego, esa noche no pude conciliar el sueño y lloré de alegría porque sentía -por primera vez- que mi vida podía tomar otro rumbo con mejores oportunidades. Una vez más, el profesor Llompart aparecía de forma oportuna con un acto de amor.
El tercer acto se titula: «El libro». Ya estudiando en Sagrado, pensé darme de baja de un curso por no poder pagar el libro de texto para esa clase. En una de esas conversaciones que solía tener con el profesor Llompart, le comenté que había comenzado un curso muy bueno pero que iba a darme de baja al no tener presupuesto para comprar el libro. Al otro día recibo un mensaje de él para que pasara por su buzón y, adivinen qué, allí encontré el libro que necesitaba. Ese gesto sencillo, pero lleno de intención, me permitió continuar el curso —uno de los más difíciles de mi bachillerato— y me abrió nuevas oportunidades. Otro acto de amor silencioso de parte del profesor.
Próximo capítulo de la serie, «El abrigo». Tuve el privilegio de ir a la Universidad de Cornell con el apoyo financiero de la Fundación Kinesis y del Banco Santander. Antes de irme, el profesor Llompart organizó una cena de despedida en su casa junto a su esposa Bárbara. Imagínense, una cena preparada para ti por parte de tu profesor y su familia. Detallazo, ¿no? Sin embargo, no se queda ahí. Él sabía que en upstate New York no sólo me esperaba una buena educación, sino también mucho frío. El cuarto acto de amor se traduce en obsequiarme con abrigos -que no tenía- para poder sobrevivir el clima que me esperaba. No solo me preparó académicamente, también me cuidó como familia. ¡Gracias profesor Llompart por ese acto de amor!
Capítulo final: «La cajita». Yo asistía al profesor en la mayoría de los eventos de la Alianza. En muchas de estas actividades, si no podía quedarme hasta el final o asistir, siempre recibía un texto o llamada de él para que pasara a recoger una cajita con mi nombre. Esa era la comida que el profesor reservaba para mí y me daba una inmensa alegría regresar a la residencia con esa cajita, porque era más que alimento: era cuidado, era amor.
Profesor, me honra acompañarle hoy en este merecido reconocimiento. Gracias por fundar y gerenciar la Alianza con el fin de cultivar el intelecto de tantos estudiantes. Pero sobre todo, gracias por abrir caminos, como el mío, impactando vidas que le hacen bien a Puerto Rico y el mundo. Su legado lo resumo en dos enseñanzas:
1. La importancia de ser intencional, en hacer el bien por el que tiene alguna desventaja o necesidad (en especial desde la academia), y
2. Por enseñarme a pensar en cómo eliminar cualquier excusa para echar pa’lante. Por sacarme de la mentalidad de que la excelencia no es posible cuando hay escasez de recursos, y recordarme que, al contrario, tenemos el deber de ser disciplinados y dar siempre el máximo esfuerzo para buscar las oportunidades.
Hoy me honra poder darle las gracias públicamente. Le felicito por el grado que está próximo a recibir. ¡Enhorabuena y gracias!