Voces del Caño | “La comunidad necesita ser vista y escuchada”: el legado de «Yiya» en Buena Vista Hato Rey | inSagrado

Voces del Caño | “La comunidad necesita ser vista y escuchada”: el legado de «Yiya» en Buena Vista Hato Rey

Iris Santiago procura servir a la comunidad más allá de las necesidades evidentes.

Este perfil periodístico forma parte de una serie y surge como resultado de las experiencias de aprendizaje en servicio, realizadas en el curso PER 223: Periodismo Narrativo, impartido por las profesoras María de los Milagros Colón Cruz y Yaritza Medina Montañez, en colaboración con el programa de Vinculación Comunitaria de Sagrado y las comunidades del G-8.

Por Leykisha Flores Vega

Estudiante de Periodismo

Escuela de Comunicación Ferré Rangel

Era una tarde de esas en las que el aire pesa y el tiempo avanza con pereza. El Caño Martín Peña, con sus aguas aún turbias, aunque menos que antes, reflejaba un pasado difícil de olvidar para los residentes, como en el caso de Iris «Yiya» Santiago, que en la comunidad Buena Vista Hato Rey forja una historia distinta a la que se esperaba.

Santiago explica que las tuberías sanitarias vierten sus desechos en sus aguas, y las inundaciones, cada vez más feroces, llegan sin pedir permiso. Yiya, como prefiere que le llamen, muestra imágenes de cómo su casa estuvo, en múltiples ocasiones, a punto de inundarse, ya que el agua llegaba hasta la puerta de su hogar. “Hay días en los que no puedo salir de mi casa porque el agua no me deja”. Pero no era solo el caño lo que le preocupaba a Yiya, sino la gente que lo rodea, los rostros que, como el suyo, llevan la historia de una lucha constante.

Desde los seis años, Buena Vista Hato Rey, específicamente la Calle F, ha sido su hogar. «El caño antes era una laguna”, dice con un suspiro. Ahora, la contaminación lo convierte en una herida abierta que crece con los años, aunque recién en mayo arrancó la segunda de tres fases del proyecto de restauración del ecosistema y dragado del canal, que se espera que culmine entre el 2031 y el 2032.

“Nos las hemos visto feas, pero no se puede negar que ha habido cambios”, reconoce, pero no demora en responderse a sí misma: “aunque yo no he visto muchos…”. El proceso ha sido lento.

El regreso

Su casa, la misma desde los 13 años, la vio partir en 2018. Yiya se mudó a Orlando, Florida, para tratarse un cáncer que venció, por lo que volvió a Buena Vista Hato Rey. Entonces, apenas había pasado un año y ocho meses después del impacto del huracán María.

«No fue María lo que me sacó de mi casa, fue mi enfermedad. Aunque muchos no corrieron con la misma suerte», afirma. Cuando regresó, sentía que la comunidad la necesitaba.

En 2017, antes de su enfermedad, fue elegida presidenta de la comunidad Buena Vista Hato Rey, no por ambición, sino por una «obligación» que aceptó respondiendo a un llamado de solidaridad.

“Aquí, ¡ja’!, hay mucha gente que no me quería en el cargo”, lanza. Pero eso no la detuvo, y continuó con su labor. Con apenas siete meses en la presidencia, Yiya descubrió la magnitud de la responsabilidad que cargaba. Hubo momentos que la marcaron, como la visita a “la niña”, como le llaman de cariño a una residente que ha estado encamada por 63 años. «Allí entendí que la comunidad no solo necesita calles limpias y agua potable; necesita ser vista y escuchada«.

El tan esperado dragado

La lucha por la recuperación del Caño no es nueva. En 2004, se diseñó un plan de dragado en tres etapas: limpieza, refuerzo de puentes y el ansiado dragado que iniciará finalmente en 2027, explica Miguel Jiménez, empleado del Centro Comunitario Buena Vista Hato Rey y Las Monjas. 

En el trajín, las aguas seguían arrastrando contaminación y olvido. Los residentes recuerdan y resienten que el gobierno tardó en llegar cuando el huracán María arrasó con el archipiélago. No hubo luz en la barriada completa hasta el 30 de enero, casi cuatro meses después del temporal. Por eso, al estallar la pandemia, la comunidad no esperó ayuda: se organizaron y resolvieron. «Aquí, si esperamos por los de arriba, nos ahogamos”, afirma Yiya con una sonrisa más sarcástica que alegre. 

Uno de los retos más grandes sigue siendo el acceso a recursos para mejorar la calidad de vida de la comunidad. Los fondos para el dragado del Caño Martín Peña están, pero la iniciativa ha quedado en la espera durante años, indica el señor Jiménez y, aunque se han logrado avances en la concienciación sobre la importancia del proyecto y finalmente está encaminado, los líderes comunitarios saben que deben continuar presionando para que los compromisos se conviertan en realidades.

Pero esto no es motivo de desesperanza. Por lo contrario, la mirada de Yiya refleja determinación y seguridad. Dice que está contenta con su labor. Se le nota su fuerza. Las aguas podrán estar turbias, pero nunca quietas.

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