Voces del Caño | “Ya no se ven niños”: la Titi de la Parada 27 cuenta cómo ha cambiado su comunidad de 80 años | inSagrado

Voces del Caño | “Ya no se ven niños”: la Titi de la Parada 27 cuenta cómo ha cambiado su comunidad de 80 años

Un ícono de la comunidad cuenta sus experiencias tras vivir los cambios y el temor de que desaparezca. 

Titi Julie en su garaje conversando con estudiantes. (Laura Fermín Bren)

Este perfil periodístico forma parte de una serie y surge como resultado de las experiencias de aprendizaje en servicio, realizadas en el curso PER 223: Periodismo Narrativo, impartido por las profesoras María de los Milagros Colón Cruz y Yaritza Medina Montañez, en colaboración con el programa de Vinculación Comunitaria de Sagrado y las comunidades del G-8.

Por Karelys Rosa Soto 
Estudiante de Periodismo

Escuela de Comunicación Ferré Rangel

Le llaman el “Centro de Convenciones” de la Parada 27, pero este es el garaje y el hogar de Titi Julie. En esa esquina de la Calle Buenos Aires, en Hato Rey, la comunidad se reúne para celebraciones y actividades. Cuando pueden, las mujeres se juntan aquí a jugar bingo los viernes y los sábados, y también es la sede en días festivos. 

“Yo tengo una familia grande. Todos nos reunimos aquí tres veces al año – la familia completa y vecinos”, cuenta Titi Julie. 

También fue el centro de la celebración cuando, a cinco meses del paso del huracán María hace ya casi ocho años, restablecieron el servicio de energía eléctrica. La sorpresa y el alivio se convirtieron en gritos y terminaron en una celebración exuberante.

Aunque su nombre es Laura Julia Angulo Ramos, todos la conocen como Titi Julie, una mujer que ha vivido toda su vida en la Parada 27, una de las ocho comunidades aledañas al Caño Martín Peña. Su energía capta la atención de cualquiera y provoca cuestionar si es verdad que se acerca a los ochenta años en lugar de los sesenta.

A Laura se le denominó Titi Julie cuando cuidaba a los hijos de su hermano, Apolinar Angulo Ramos, quienes solían confundirla por su madre. Cuenta que tuvo que decirles muchas veces: “yo no soy tu mamá, yo soy tu tía”. También hacía giras donde llevaba una guagua llena de niños y sus padres a diferentes lugares, y se volvió común para todos llamarla así, Titi Julie.

En su garaje, sentada en una silla blanca de plástico con un pañuelo en la cabeza, viste una camiseta blanca y pantalones blancos y negros. El bullicio de los aviones y la gente trabajando con herramientas refuerza una sensación de cotidianidad, de pertenecer a una pequeña comunidad que, a su juicio, se sigue haciendo más pequeña.

“Puede desaparecer nuestra Parada 27. Esta es la más pequeña de todas las barriadas y no hay gente. Nosotros hacemos una reunión y van 10 o 12. Las reuniones antes se llenaban, y ahora nada”, dice.

Titi Julie cuenta con los dedos de las manos: actualmente hay ocho adolescentes y niños entre las tres calles más cercanas. “La gente ya no quiere tener hijos, quieren perros y gatos”, argumenta en este garaje en el que guarda muchas baratijas y objetos que la conectan con su familia y con la historia de su hogar. Cultivar la memoria le resulta esencial.

– Mi abuelo siempre dice que ya no se ven niños en las calles. ¿Dirías que eso ha sido un cambio chocante? – pregunto. 

– Para mí ha sido bien chocante ese cambio porque a mí me gusta compartir, y a mí me gusta compartir con la gente joven, enseñarle, porque a mí nunca me faltaron el respeto, porque yo no se lo falté nunca. Aquí había, en esta calle, como veinticinco. Todos venían aquí. Entonces, al ellos crecer, pues no hay… Nos hemos quedado sin muchachos aquí.

A la vez, hay otro asunto que está dejando la población del área en números bajos. Según Titi Julie y la líder comunitaria de la Parada 27, Aileen Morales, en su mayoría, los individuos de esta comunidad son los dueños de la propiedad y el solar, en contraste con otras comunidades del G-8, cuyas tierras pertenecen y se gestionan a través del Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña. 

Según Morales, esto se debe a que en los 1970, los residentes de Parada 27, Buena Vista Hato Rey y Las Monjas, se unieron para comprar sus solares a través de préstamos dados por las cooperativas. La Parada 27 fue la comunidad que tuvo mayor cantidad de gente que pudieron obtener propiedad de sus solares, lo que no permite que el Fideicomiso gestione las propiedades de la comunidad.

La líder comunitaria añade que esto tampoco deja que más personas vengan a la comunidad buscando permanencia, ya que hay personas que compran las casas para convertirlas en alojamientos de corto plazo, principalmente a través de Airbnb. Al fallecer o mudarse los residentes, menos personas llaman la Parada 27 su comunidad. 

La casa color rojo al lado de la de Titi Julie está abandonada, ya que su dueña reside en Georgia. “Ya mismo llega el Gobierno y lo declara estorbo público, pero eso no ha pasado porque yo le doy mantenimiento”, reveló Titi Julie.

A pesar de los retos, el espíritu de Titi Julie no se debilita. “Yo me fui a chinchorrear, y brinqué y todo en la guagua”, cuenta sobre el fin de semana anterior. 

Sin embargo, cuando habla de su comunidad, a veces baja el volumen de su voz. “Quedamos ni 100 personas, y son ocho calles. En la calle Venecia queda solo una persona. Esas casas están desiertas”. Luego, señala hacia atrás y dice, “en esa calle principal no hay muchas viviendas”.

Ante sus ojos, la Parada 27 ha cambiado, pero también sigue activa. Titi Julie menciona que todavía hacen actividades y juegos de bingo, y su familia sigue reuniéndose en su casa. La apreciación por su comunidad es lo que completa el encanto de Titi Julie. “Yo la atesoro, hay muchos recuerdos lindos, lindos. ¡Esta es la única calle, no hay ninguna otra!”. 

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