Del bululú al titingó: hablando en puertorriqueño | inSagrado

Del bululú al titingó: hablando en puertorriqueño

La profesora Anuchka Ramos Ruiz nos presenta una visión más cercana a la afrodescendencia en el hablar puertorriqueño, elemento utilizado por los estudiantes de Artes Visuales, quienes fueron dirigidos en este interesante proyecto por la profesora Marilyn Torrech.

Foto suministrada.

Por Anuchka Ramos Ruiz, PhD
Catedrática Auxiliar-FIEHS

“¿Y cómo es que hablan los puertorriqueños?”, le he preguntado a más de una persona cuando me dice, entre la risita y la acusación, que los boricuas hablamos así o asá. Casi siempre las respuestas coinciden en apuntar las características de nuestra fonética o léxico, que si arrastramos la erre, que si nos comemos la ‘s’, que si decimos “zafacón” en lugar de “papelera” o que “dañamos” el idioma con tanto anglicismo.

Entre la risa, el mito, el purismo o prejuicio lingüístico se esconde la innegable realidad de que nuestro idioma, el español boricua, es el espejo de nuestra historia y de nuestra cultura. Los puertorriqueños hablamos como lo que somos, la siempre vibrante amalgama de hombres y mujeres que dieron su cultura y hasta su vida o libertad para que estemos aquí. Por eso, hablar en puertorriqueño no es más que llevar la raza y la memoria en la punta de la lengua y saber que no es lo mismo decir que “empezó la fiesta” a que se “formó el bembé”.

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Con esto en mente, y en saludo al Segundo Congreso de Afrodescendencia en Puerto Rico, los estudiantes del curso de taller Teoría del Color (ART 226), impartido por la profesora Marilyn Torrech, desarrollaron la muestra Hablando en Puertorriqueño, que se exhibe en la Biblioteca Madre María Teresa Guevara junto a otros dos proyectos. Siguiendo las referencias de consulta obligada cuando se estudia el habla afro-puertorriqueña, El elemento afronegroide en el español de Puerto Rico, de Manuel Álvarez Nazario, y El ABC boricua,  de Néstor Murray-Irizarry, los estudiantes diseñaron un pasquín con una palabra de resonancia afro, cuya imagen fue digitalizada y recogida en un portafolio colectivo de edición limitada.

Participaron en la muestra catorce estudiantes con las palabras:

Asé  Baquiné Lambe ojo Zombi Sambumbia Fufú Umjun
Kuliar Garabato Sato Bembé Grajea Pachanga Tostón

Para Camila Rodríguez, quien cursa su tercer año en el Programa de Artes Visuales, el proceso de creación implicó “descifrar” las palabras que “uno piensa que no se usan, pero están y todavía se usan a menudo”.  En su proceso de reflexión y creación, Camila tuvo que decidir entre tengue y pachanga, optando por esta última: “Había escogido tengue, que es una perreta que hace u niño. El boceto me salió muy bien, ¡pero se me borró de la aplicación y como que no funcionó! Así que encontré pachanga y lo sentí más festejo y el énfasis en esta exhibición eran en los colores africanos que llamaran la atención del público”.

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También Karolyn Hernández, quien cursa su quinto año en el Programa de Comunicación General, seleccionó la palabra kulear que significa celebrar o realizar una fiesta. Para Karolyn, aunque es una palabra de uso común entre los jóvenes adultos, su origen le resultaba desconocido. Así que la intriga la llevó a ilustrar la palabra con una figura haciendo el popular twerkin.

De hecho, Hablando en Puertorriqueño nos recuerda la riqueza de nuestro léxico para apalabrar conceptos que, en ocasiones, se piensa no tienen un equivalente del inglés al español. En otros casos, como en el pastiche digitalizado de Karina Consuegra, estudiante del Programa de Estudios Multidisciplinarios, la muestra nos revela el origen de términos que, por vía de la cultura popular o el mass media, se piensan son de otro idioma, como la palabra zombi. “No sabía que la palabra zombi venía de África, de unas leyendas del continente. Este dato me interesó porque siempre me ha llamado la atención el género de los zombis y por eso decidí escoger y trabajar con este término”, explica.

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Siempre pertinente, la integración de la imagen y la palabra en la muestra Hablando en Puertorriqueño facilita no tan solo la creación, sino la investigación histórica y lingüística entre el estudiantado sagradeño. Finalmente, el resultado de este proceso interdisciplinario brinda a toda la comunidad universitaria un espacio de reflexión sobre cómo reconocemos y defendemos nuestra afrodescendencia, dejando el ñeñeñé o la ñanguería que, por años, le ha negado el lugar prioritario que merece en nuestra academia y cultura puertorriqueñas.

Y, por supuesto, nos deja curiosidades lingüísticas. ¿Qué significa bululú, titingó, ñanguería, ñeñeñé y todas las demás palabras? ¡Descifra la intriga! ¿Dónde? En el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico.

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