Analizamos cómo estos recientes eventos han trastocado la economía de la isla.
Por Alba Brugueras Fabre
Profesora del Departamento de Administración de Empresas de Sagrado
El 2020 comenzó con nuevos retos. No solamente con aquellos que muchas veces nos imponemos como resoluciones de año nuevo, sino otros probablemente inimaginables. Retos económicos que ahora nos imposibilitan seguir con los cambios importantes que requiere el país. Repasemos algunos eventos en el primer trimestre del 2020.
Nuestras festividades de Navidad se vieron opacadas con una serie de sismos. Como bien saben, estos terremotos impactaron principalmente el sur y suroeste de la isla, pero se sintieron en todo Puerto Rico. La sacudida en el país fue física, emocional, económica y hasta trastocó las prioridades sobre el manejo de los recursos por parte del gobierno. Las secuelas de los movimientos telúricos provocaron que el turismo y el negocio de las convenciones y congresos profesionales se afectaran debido a las cancelaciones. Asimismo, la marcada crisis económica y las medidas de austeridad en la que estamos sumergidos reveló que nuestra infraestructura aún se encuentra débil y requiere a gritos una inyección de dinero para su mantenimiento y desarrollo.
Las discusiones en la Asamblea Legislativa sobre la reforma electoral, el referéndum, las primarias presidenciales demócratas, entre otros vaivenes políticos han acaparado la atención de los medios. A esto le debemos añadir que es un año de elecciones, por lo que los medios tienden a cubrir qué hacen y qué opinan los diversos candidatos y candidatas. Sin embargo, se enfocan menos en sus soluciones para atender la economía.
La deuda del país y su reestructuración es un tema económico sin resolver. La Junta de Control Fiscal sometió la revisión del pago de la deuda que incluye cambios al plan fiscal y revisiones a las proyecciones de crecimiento. La reestructuración de la quiebra es un ejercicio de país, y no de unos pocos. Llevamos meses negociando -por no decir años- para que se someta un documento coherente a nuestra realidad, pero también menos dañino para los pensionados, los estudiantes, los trabajadores, los abonados de la Autoridad de Energía Eléctrica, en fin, a todos y todas.
También, el país se conmocionó ante un acto vicioso, injusto, cruel, que a su vez atenta con la seguridad y la libertad. El asesinato de Alexa nos llevó a cuestionarnos sobre cuál es el país que queremos dejar para nuestros hijos e hijas. Los temas de seguridad, la violencia y la discriminación en todos sus ámbitos son un factor social con grandes repercusiones económicas y de desarrollo.
Luego, una valiente comunicadora de noticias presentó una demanda que detalla un patrón de inequidad salarial en el trabajo, y que por años ha existido entre los hombres y mujeres; no solamente en las comunicaciones, sino también en otros gremios profesionales del país. Este paso importante evidencia la necesidad de cambio profundo dentro de las organizaciones.
Finalmente, pero no menos preocupante, llegó el temido coronavirus a nuestra isla. Este síndrome respiratorio agudo fue declarado por la Organización Mundial de la Salud como una pandemia. Su propagación en más de 110 países y el aumento significativo de infectados y de fallecidos, han convertido este evento de nuestra historia como una gran tragedia humana y un reto económico. Su impacto a diversos sectores económicos es inevitable, por lo que requiere una respuesta económica urgente.
Profesora Alba Brugueras Fabre
Parte de la respuesta es el toque de queda y el distanciamiento social. Cumplir con estas medidas es ineludible para minimizar la propagación del virus, el cierre de negocios y la cancelación de actividades económicas. Veremos cuánto tiempo esto se podrá sobrellevar. Necesitamos, además, la cooperación ciudadana, el sector privado y las organizaciones no gubernamentales. Pongamos en prácticas las lecciones solidarias de los huracanes Irma y María del 2017.