Reflexiones sobre las inequidades en salud | inSagrado

Reflexiones sobre las inequidades en salud

Según nuestra profesora Zaiska Pacheco Cruz, el coronavirus “vuelve a plantearnos la urgencia de implementar un sistema de salud universal” en Puerto Rico.  

(Foto cortesía de Canva.com)

Por Zaiska Pacheco Cruz
Profesora del programa de Trabajo Social de Sagrado

Nuestro fragmentado y excluyente “sistema” de salud ha sido puesto a prueba con el COVID-19. Los servicios de salud públicos en Puerto Rico han experimentado cambios permeados por la filosofía de la mercantilización de la salud y la desvinculación del estado como entidad promotora de derechos. Ante este panorama, ¿cuáles son las reflexiones que levanta el COVID-19?

En primer lugar, vuelve a plantearnos la urgencia de implementar un sistema de salud universal. Entidades como la Organización Mundial de la Salud y el Consejo Multisectorial del Sistema de Salud de Puerto Rico han apostado a esta modalidad como una forma de invertir en la ciudadanía y hacer un mejor uso de los recursos para incrementar las oportunidades de salud.

Una infraestructura pública que garantice cuidado médico a todas las personas sin que medie como criterio el estatus socioeconómico, supondría una atención efectiva y asequible de enfermedades prevenibles que complican el proceso de recuperación ante el COVID-19. Actualmente, el acceso a cobertura médica en la isla está condicionado a ingresos, estatus migratorio y capacidad económica para la compra de un seguro de salud. La Encuesta sobre la Comunidad de Puerto Rico 2014-2018 estimó que poco más de 200,000 personas carecen de cobertura de salud.

La ausencia de seguro médico desalienta la búsqueda de servicios. Esto podría agravar la crisis ante fallecimientos por causas no relacionadas a COVID-19, la atención tardía del virus y la ocupación de hospitales ante el deterioro de la salud de la ciudadanía no asegurada.

El COVID-19 ha disparado el desempleo en la isla. El Departamento del Trabajo reportó cerca de 240,000 solicitudes de desempleo desde la instauración del distanciamiento físico el 15 de marzo hasta el 2 de mayo de 2020. Para muchas personas, la cobertura médica está sujeta al empleo, en la medida en que forma parte de los beneficios que le provee el patrono. La inclusión de plan médico a cambio de empleo es considerada una bonificación por parte del patrono, mas no un derecho. Ello aumenta la inequidad para las personas excluidas del mercado laboral y les coloca en mayor desventaja al momento de enfrentar el COVID-19.

A esto se unen las cesantías de profesionales de la salud en hospitales privados. Este grupo ha sido enviado a las filas del desempleo, al son de: “La suspensión es hasta que el volumen vuelva a subir, porque si no los necesito, no los llamo, pero cuando los necesite, los llamo”. He aquí la importancia de que los servicios de salud no dependan de la oferta y la demanda como dicta el mercado; y que como país contemos con un robusto sistema de salud público.

Durante la actual pandemia, las dificultades del Departamento de Salud para recopilar datos confiables han sido ampliamente reseñadas. Las estadísticas de la salud son fundamentales para la elaboración de políticas públicas que respondan a las necesidades de la población y para recuperar la confianza en nuestras instituciones. El monitoreo estadístico abona a la transparencia gubernamental y a la rendición de cuentas. Más aún cuando las crisis de salud y los desastres socioambientales han sido un oasis para quienes diseñan oportunidades para hacer negocio con la necesidad y el sufrimiento de la población.

El COVID-19 no ha sido la excepción. Hemos experimentado compras gubernamentales con precios cuestionables en las pruebas para detectar el mencionado virus, subastas para delegar en compañías el establecimiento de hospitales temporeros y aumentos en los costos de productos desinfectantes. Una muestra más del capitalismo del desastre al cual alude Naomi Klein en La batalla por el paraíso: Puerto Rico y el capitalismo del desastre (2008) . Se negocia con la ausencia de salud, resurge el oportunismo en medio de la crisis y se justifica la eventual privatización de los servicios sociales.

El enfoque de salud basado en derechos humanos es una acción que requiere de la unión de voluntades. El país no puede esperar a otra pandemia para que se transforme la infraestructura de salud. Todos los días, la inequidad en los servicios de salud cobra vidas. Nuestra gente se debilita mientras se comercia con la enfermedad. Adoptar un sistema de salud universal es una responsabilidad ética y un acto de justicia. El COVID-19 nos lo confirma.

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